Hasta la toma de Granada y antes del siglo XVI, solo se conocía en Jaén la existencia de una posada en el interior de la ciudad, el Mesón de la Parra. Situada a la entrada de la ciudad, junto a la Puerta de Santa Maria (Muralla. Puerta de Santa María) y paralela a la Calle Turroneria (Calle Arco del Consuelo) daba nombre a la calle que prolongaba el epicentro de los mercaderes del dulce, la Calle Confiteros (Calle Cerón). Tras desaparecer en el siglo XX, hoy el Bar La Barra aún evoca su recuerdo tanto por su fonética como situación.
En ella se sirve sus famosos Rossini con su ingrediente secreto que les da ese sabor característico.