Este proyecto era toda una utopía en pleno Siglo de las Luces, pretendía poner en funcionamiento una sociedad rural modelo basada en núcleos urbanos igualitarios y fundados en el trabajo de la tierra como principal fuente de riqueza.
La novedad del asunto estribaba no sólo en el nuevo modelo social o en la organización agraria, sino también en que se dibujaba un urbanismo totalmente diferente del que hasta aquel momento caracterizaba a los pueblos españoles.
Fue una revolución: se ordenaba un territorio, el de Sierra Morena, de acuerdo a un plan preconcebido, se crearon pueblos y aldeas con trazas urbanísticas importadas de Europa, unas trazas que, aún hoy siguen sorprendiendo por su elegancia y equilibrio.
Un urbanismo marcado por los principios neoclásicos de regularidad, simetría y orden, una malla ortogonal que rememora el esquema de campamento romano y que tiene como protagonista la uniformidad regular de su caserío rural, en definitiva una casco urbano de gran personalidad.
La empresa fue iniciada en 1768, con la llegada de los primeros colonos, procedentes en su mayoría de la Suabia alemana y de la Alsacia francesa y quedó prácticamente concluida en 1773.
Contempló la creación de cuarenta y cuatro pueblos y once ciudades en lugares yermos de la Parrilla y Sierra Morena. Se pretendía tanto poblar y poner en cultivo zonas semidesérticas, como hacer más seguro el trayecto Cádiz-Madrid para viajeros y mercancías.
Las razones de esta colonización una de las más importantes era la necesidad de proteger el camino real que unía Madrid con Cádiz, eje fundamental de las comunicaciones, de los bandoleros que proliferaban en esta zona.
El modelo de colonización pretendía implantar en esta zona una sociedad campesina ideal, con propietarios de tipo medio, 50 fanegas de tierra por colono, que pudieran ser autosuficientes; y se les facilitaba lo necesario para su puesta en cultivo.
El territorio se dividió en núcleos principales, feligresías, de las que dependían una serie de aldeas, que tenían como finalidad acercar al campesino a su tierra.
En 1767 llegaron los primeros colonos traídos por el aventurero bávaro Thürrieguel desde distintos puntos de Europa central.
Uno de los puntos más importantes fue la agricultura, es en esta época cuando Pablo de Olavide escribe su Informe sobre la Ley de Reforma Agraria o Poryecto de Reforma Agraria para Andalucía que publica en Sevilla en 1768, y sin duda, las Nuevas Poblaciones se convertirán en el ámbito ideal para realizar su reforma de la agricultura.
En este contexto, tiene sentido las actuaciones de Olavide en referencia a los colonos de las Nuevas Poblaciones, y su asistencia desde lo más básico: los colonos recibieron una suerte (50 fanegas o unas 33 hac.), con su casa o su cortijo, una cerda para criar, seis gallinas y un gallo, veinte fanegas de trigo, seis de cebada, un azadón, una azada, un arado y dos rejas; además de una serie de servicios sociales y asistenciales.
Se introdujeron nuevos cultivos, modernas técnicas e industrias: siembra de lino y de cáñamo, moreras para el cultivo de la seda, dos fábricas de paños yna de seda, fábricas de aceite y de jabón, tenerías, alfares, se promovió la artesanía, etc.
Y es aquí, donde radica la importantia que tuvo la agricultura y en particular el Pósito en el proyecto de colonización. De este punto, se deduce, el especial interés, control y cuidado que dieron Olavide, y sus subdelegados a esta institución agraria, que era más que un mero almacén de grano entre las funciones de los Pósitos entontramos:
Almacén de Grano.
Préstamo de grano para la siembra (se reintegraban las cantidades prestabas incrementadas con las "creces", que solían ser de medio celemín por fanega).
En época de escarda o barbechera, podían prestar a los labradores trigo o dinero.
Facilitar pan cuando este escaseaba y los precios eran elevados.
Así, el destino del pósito no era solo económico, sino que cumplía una gran función social que fue potenciada por los ilustrados desde el primer momento en las Nuevas Poblaciones: "aliviaba los efectos de los años de malas cosechas".
A todas estas funciones se podría añadir otra: era una Institución didáctica, dado que era utilizada por los gobernantes ilustrados para difundir órdenes y técnicas para mejorar las cosechas de los colonos. En 1774, los colonos todavía no conocían bien las técnicas de barbecho y por lo tanto, todavía necesitaban ayuda de la superintendencia para sacar sus cosechas. La superintendencia disponía cuando y como debía de realizarse el reparto de grano para la siembra, por lo que el Pósito estaba totalmente supeditado a las órdenes de la superintendencia; que también ponía métodos para sancionar a los colonos que no cumplían la leyes dictadas por esta.