La ubicación de ermitas en territorio conquistado a los musulmanes fue una practica corriente en todo el suelo castellano desde el S. XIII.
El segundo gran momento de cristianización a través de las ermitas se produce a lo largo del S. XVII, provocado por la reforma protestante y su negación a la santidad de muchos personajes fundamentales de la vida cristiana.
Además coincide con el patronazgo dado a alguno de esos santos por colectivos artesanales o sociales que procederán a la construcción de estos pequeños templos bajo la advocación de su santo patrón o el de la villa.