Al servicio del rey de España, fue el primero en
pasar el hoy conocido como estrecho de Magallanes y el primer europeo
en navegar de extremo a extremo el océano Pacífico. Inició la
expedición que, capitaneada por Juan Sebastián Elcano después de su
muerte, lograría la primera circunnavegación de la Tierra en 1522.
Fernão de Magalhães (en español conocido como
Fernando de Magallanes o Hernando de Magallanes), nacido en 1480 en Portugal.
Vivió sus primeros años en la corte de Portugal.
Su afán de aventuras le hizo embarcarse hacia el
Extremo Oriente, donde las factorías portuguesas vivían una época de
esplendor en sus relaciones con los territorios que actualmente
conforman Malasia, Indonesia y Filipinas.
Magallanes propone al rey de Portugal hacer una
expedición a las islas de las Especias (islas Molucas) por occidente,
pero Portugal no lo acepta porque, por el tratado de Tordesillas, las
islas estaban en la zona geográfica reservada a la corona de Castilla,
y no querían entrar en guerra con Castilla.
En octubre de 1517 en Sevilla, Magallanes se pone
en contacto con Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación.
Luego de la llegada de su socio, Rui Faleiro, y con el apoyo de Aranda,
presentan su proyecto al nuevo monarca español, Carlos I, quien acababa
de llegar a España. La propuesta de Magallanes resultó especialmente
interesante en esos instantes, pues ofrecía abrir una ruta a las islas
de las especias sin vulnerar los compromisos con Portugal, una hazaña
que traería riquezas y honores a la monarquía.
El 22 de marzo de 1518 el rey celebra
capitulaciones con Magallanes y Faleiro en Valladolid para que éstos
hicieran la expedición a las Islas de la Especiería que correspondían,
según el tratado de Tordesillas, a España. En esa capitulación, el rey
les otorgaba:
El monopolio de la ruta descubierta por un plazo de diez años.
Su nombramiento como adelantados y gobernadores,
con el cinco por ciento de las ganancias netas de las tierras e islas
que encontrasen.
Un quinto de la ganancia neta del viaje.
Tendrían el derecho a llevar mil ducados en mercadería en los viajes restantes, pagando sólo el 5% sobre los retornos.
La concesión de una isla a cada uno, fuera de las seis más ricas, de las cuales tendrían un quinceavo de su provecho.
La expedición se haría financiada por la corona, y estaría compuesta por cinco navíos con provisiones para dos años de viaje.
Esta proposición será muy bien acogida por la
corona ya que desde la Junta de Toro de 1505 se había propuesto llegar
a las especias. También se benefició de la información recogida de los
viajes andaluces o viajes menores.
Un sinfín de problemas interfieren en el viaje,
escasea el dinero, el rey de Portugal trata de detenerlos, y Faleiro y
Magallanes se pelean. Finalmente, gracias a la tenacidad de Magallanes,
la expedición sale adelante. Por medio del obispo Juan Rodríguez de
Fonseca consiguen la ayuda económica del mercader Cristóbal de Haro,
que aportó un quinto del costo. Debido a las desavenencias con Faleiro,
éste se quedará en tierra. A él le correspondería dirigir una segunda
expedición que jamás se hizo.
Zarpa de Sanlúcar de Barrameda el 20 de
septiembre de 1519, en una expedición compuesta por las naves Trinidad,
nave capitana al mando de Magallanes; Victoria; San Antonio; Concepción
y Santiago.
Luego de recalar en las Canarias, pasaron frente
a las islas de Cabo Verde y a las costas de Sierra Leona, tocando las
tierra de lo que hoy es Río de Janeiro el día 13 de diciembre.
Siguieron hacia el sur, pasando frente al Río de la Plata en marzo de 1520 (ya descubierto por Juan Díaz de Solís en 1516).
Llegaron a la Bahía San Julián, que exploraron en
busca de un posible paso. Magallanes, en vista de la llegada de
invierno, decidió recalar allí hasta la llegada de la primavera.
Lo inhóspito de aquellos parajes y el
racionamiento de víveres al que estaban sometidos fomentaron el
descontento entre la tripulación y el deseo de regresar. Se produjo una
conspiración contra Magallanes dirigida por Gaspar de Quesada, capitán
de la Concepción, y el veedor Juan de Cartagena, que había sido
relevado del mando de la San Antonio. Pese a que la insurrección
prendió en tres de las naves, Magallanes logró sofocarla. Uno de los
capitanes amotinados fue asesinado y los restantes fueron sometidos a
juicio, en el que Quesada fue condenado a muerte y Cartagena,
abandonado en la costa.
Llegan hasta el que será llamado más tarde
estrecho de Magallanes en 1520. Cruzarlo fue muy difícil, dado lo
complicado del terreno. Para ello una nave se adelantaba en exploración
buscando el mejor camino y volviendo sobre sus propios pasos para
hacerse seguir por el resto hasta la zona explorada. Una vez terminadas
estas minuciosas etapas consiguieron salir del "laberinto" hacia el
océano Pacífico, al que bautiza con tal nombre (haciendo olvidar el anterior de mar del Sur) debido a que en su camino
no se cruza con ninguna tempestad.
La mala suerte de Magallanes quiso que en el
largo derrotero de tres meses entre el estrecho de Magallanes y las
islas Molucas no descubriera ningún punto de tierra firme, por lo que
la hambruna y el escorbuto azotaron a su tripulación, hasta el punto de
que se pagaban cuantiosas monedas por una simple rata para devorar. El
agua se pudrió, apareció el escorbuto y los hombres comían incluso
cuero reblandecido.
Por fin en, en marzo de 1521 encontró una isla en
la que los nautas aprovecharon para descansar y recoger víveres. Pronto
acudirían a aquella isla numerosos indígenas con regalos para estos
nuevos "visitantes".
En las Molucas, Magallanes y los suyos
descubrieron que habían llegado al Extremo Oriente, cumpliendo el
proyecto de Cristóbal Colón.
Magallanes pereció en 1521 en una contienda con
una tribu de Filipinas, por lo que Juan Sebastián Elcano tomó el mando
de la expedición.
Consiguieron instalar un almacén en Borneo, donde entablaron buenas relaciones con los indígenas.
Sin medios y con una sola nave emprendió el
regreso por mares lusos, el camino más conocido, con tierras donde
aprovisionarse, e intentando esquivar puertos y flotas portuguesas.
Llegó sólo con la Victoria de regreso a España en julio de 1522. En total dieciocho supervivientes.