La vida ha sido enteramente remodelada por la leyenda.
Médico, fue elegido obispo de Sebaste (actualmente Sivas, Turquía); convierte entonces una sencilla caverna en su residencia episcopal.
Hombres y animales enfermos acuden a consultarlo, y los cura con un sencillo gesto de bendición.
Un día que el gobernador imperial de Capadocia (en época de Licinio) busca en el bosque bestias feroces para los juegos del circo (donde hace que devoren a los cristianos), ve ante la gruta del santo gran cantidad de osos, leones y tigres, que esperan que Blas haya terminado sus oraciones para consultarlo.
Éste es descubierto entonces, detenido y arrojado en un calabozo.
Allí continúa haciendo milagros a través del tragaluz de la prisión.
Saca de la garganta de un niño una espina de pescado que lo ahogaba.
Devuelve a una pobre vieja su cerdo, su única riqueza, que un lobo le había arrebatado; agradecida, la mujer le lleva la cabeza y los pies asados del cerdo a su mazmorra.
Finalmente el gobernador ordena que Blas sea ahogado en un estanque.
Pero entonces se ve al santo caminar sobre las aguas; los paganos que intentan hacer lo mismo se ahogan todos.
Un ángel pide entonces a Blas que regrese a tierra y sufra allí el martirio.
El santo obedece: es colgado de un poste, lacerado con rastrillos de cardar, y después decapitado.