Al inicio de la intervención arqueológica presentaba una forma tumular prominente con un gran agujero de forma irregular en el centro y dos aberturas, una hacia el norte y otra hacia el oeste.
Un pequeño túmulo de 10 metros de diámetro. En medio del túmulo está la cámara y el pasillo con una profundidad media de 1,40 metros.
Sus paredes interiores se recubren con muros de mampostería dando cara hacia el interior y el resto del túmulo se rellena de piedra pequeñas y tierra.
La parte superior de los muros estaría construida con adobes, al igual que el banco.
El suelo y las paredes se revocan de yeso y se pintan de rojo.
En época contemporanea se produce el expolio del túmulo, en varias fases, entre 1914-18 se produce una búsqueda de tesoros, urnas y cerámicas griegas, para ser vendidas a ciertos anticuarios que aparecieron por Galera.
Posteriormente se extrajeron las grandes piedras de los muros, utilizadas en la construcción de estructuras agrícolas en los alrededores.
Entre los materiales cerámicos recuperados destacan varios fragmentos de urnas cinerarias decoradas con bandas horizontales y paralelas que enmarcan un friso de estampillado de motivos circulares datado entre los siglos III-II a.C.
Destacan los fragmentos de piedra trabajada pertenecientes a una escultura, resaltando una mano pintada de rojo y la basa con restos de revoco de yeso.
Más recientemente, el agujero que dejaron los reiterados expolios se utilizó para verter los desechos de la molturación de la uva para la fabricación del vino.