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Cueva de Salamanca
Es un enclave legendario que según la tradición popular, impartía clase el Diablo.
Dicha cueva se corresponde con lo que fue la cripta de la ahora inexistente Iglesia de San Cebrián.
La obra anónima Recueil des Histoires de Troyes, publicada en 1464, atribuye fantásticamente a Hércules la fundación de una academia donde se impartían enseñanzas mágicas en una Cueva de Salamanca.
La tradición popular, olvidadiza de Hércules, asignó pronto la labor docente a Asmodeo o algún otro demonio, que durante siete años, en oscuridad de la noche, daba clase de adivinación y otras artes tenebrosas a siete alumnos. Terminada la carrera, se echaba a sorteo y uno de ellos quedaba en manos del Demonio. Según se dice, el Marqués de Villena (personaje legendario inspirado en Don Enrique de Villena) fue uno de los estudiantes aventajados del Demonio, del que consiguió escapar con vida, aunque dejó en manos de El Malvado su sombra, quedando así marcado de por vida como uno de sus adeptos. Una variante de la leyenda adjudica el papel de discípulo burlador al sacerdote bajonavarro Pierre de Axular. Como catedrático de la Cueva, además del diablo, se cita a un sacristán o bachiller, Clemente Potosí, o a una cabeza parlante (que recuerda al Bafomet templario, pero que probablemente fuera un recuerdo de la estatua de la leyenda que cita García Blanco).
El escritor portugués Francisco Botello de Moraes recrea la tradición en su obra Historia de las cuevas de Salamanca (1734), en la que sitúa en la Cueva a dos personajes mágicos: la Madre Celestina y una demonesa, Mariálvara, con cuerpo de mujer y patas de cabra. En esta obra nos ofrece el primer intento de explicar el dicho "quedó cacareando y sin pluma como el gallo de Morón".
La cueva en cuestión se encuentra en un lugar preciso de Salamanca: la sacristía de la Iglesia de San Cebrián. Durante su reinado, Isabel la Católica ordenó tapiar preventivamente el acceso con argamasa y piedras (caementis saxisque).
Tras la destrucción de la iglesia que la albergaba a finales del siglo XVI, la cueva sirvió como trastero del palacio del Mayorazgo de Albandea, y posteriormente fue utilizada como trastero de una panadería y carbonería.
En el siglo XX, a inicios de los años 90, se excavó concienzudamente la zona, situada en la Cuesta de Carvajal, a la espalda de las catedrales, y los hallazgos realizados fueron expuestos al público en 1993, constituyéndose una zona arqueológica formada por la llamada Torre de Villena (alusiva al marqués), la planta de la Iglesia de San Cebrián y la Cueva de Salamanca.