Se trata del segundo puente urbano que se construyó para salvar el cauce del Río Vinalopó. También llamado «pont nou» -puente nuevo-, para diferenciarlo del anterior, el Puente de Santa Teresa.
Su construcción fue acabada en 1913 y se trata de uno de los primeros puentes en España ejecutado con cemento armado.
El tablero se sujeta sobre un solo arco que acaba en dos grandes machones prismáticos con cuatro pilastras de piedra con farolas.
El puente comunica la Corredora, o lo que es lo mismo, la carretera de Elche a Alicante a su paso por el casco urbano con la nueva zona de ensanche, al norte del Pla de Sant Josep -el Llano de San José-, con la calle Reina Victoria como vía principal.
Se trata de un puente que, por su antigüedad, fue pionero en las técnicas de construcción, ya que rompió con los convencionalismos del siglo XIX y utilizó técnicas novedosas para la época, no solo en Elche, sino en España.
Los 50 metros que posee de luz fueron un récord en su momento para puentes construidos en hormigón, lo mismo que su tablero principal, donde circulan los peatones y el tráfico rodado, que fue realizado en hormigón y ha conseguido mantenerse más de un siglo sin apenas retoques.
En cuanto a la decoración del puente, destacan los dos castilletes a ambos extremos y en la parte central, lo que realza su imagen como monumento.
Todo el perímetro de barandillas está realizado en hierro forjado, y los tabiques que soportan el tablero principal no tienen ninguna función en cuanto a estructura o de soporte, pero potencia su aspecto señorial.