Con un peso de cien toneladas y catorce metros de altura, fue necesario emplear en su obra mil tablones para componer los andamios.
Fue montado pieza a pieza en 1951.
Antes hubo otro Sagrado Corazón, obra de Anastasio Martínez Hernández, que fue inaugurada en 1926 y, curiosamente, el proyecto inicial, que reducía los 14 metros que al final tuvo la imagen a solo tres, preveía colocarla en la fachada de la Catedral. Al final, ocupó la cima del castillo y fue costeada por una suscripción popular. La obra fue dinamitada tras un acuerdo del Pleno municipal adoptado el 11 de septiembre de 1936. Aquel día, incluso se aprobó que se identificaran a los miles de suscriptores para que la demolición, que se consumó el 24 de noviembre del mismo año, corriera a cuenta de ellos. La voladura de la obra aplastó una de las bóvedas del castillo árabe sobre el que se asentaba. Aún hoy permanecen bloques de aquella escultura esparcidos por todo el monte.
En 1951, Nicolás Martínez Ramón moldearía en hormigón un nuevo Sagrado Corazón.