En el campo, construyen sus telas bajo piedras,
en troncos huecos, en las raíces de árboles o en arbustos densos. Pero
en asentamientos humanos ocupan sin dudarlo numerosos hábitats
alternativos, como muros, establos, desvanes o habitaciones.
Construyen telas en forma de sábana, así como su típico refugio en forma de embudo.
Inmóviles en su refugio es donde estas arañas, de hábitos nocturnos, pasan la mayor parte del tiempo.
Si un insecto tropieza con su tela, la araña detecta las vibraciones causadas en la tela. Corre hacia su presa y
la muerde, inyectándole veneno. Las presas de menor tamaño son
transportadas simplemente al refugio tubular. Si la presa ofrece mucha
resistencia, suele volver a su refugio y esperar a que el
veneno haga efecto. Para reducir a presas muy grandes a menudo son
necesarias varias mordeduras, tras las cuales las presas son consumidas
en el refugio.
Las largas patas de los machos pueden superar los 10 cm.
Es inofensiva, incluso si una araña doméstica se las arregla para perforar la piel humana, el veneno no tiene efectos apreciables.