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Castillo de Bélmez
Castillos y murallas
Esta fortaleza fue construida durante los siglos XIII y XIV.
Destaca su buen estado de conservación, en particular de su imponente torre del homenaje.
El castillo es un recinto amurallado, en el centro del accidentado patio de armas, se alza la torre del Homenaje desdentada.
Emirato y Califato de Córdoba, reinos de Taifas (primero perteneciendo a la Taifa de Toledo y luego a la Taifa de Sevilla), conquista almorávide, los efímeros reinos de Taifas antes de la conquista almohade y después, y por último, la conquista cristiana.
En el año 1235, un año antes de la toma de Córdoba, Fernando III el Santo, rey de Castilla y León, y sus tropas comandadas por don Pelay Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago, conquistan la población de Bélmez.
Fue repoblado de forma muy posterior a su conquista pues nos hemos de ir al año 1316, posiblemente debido al gran territorio conquistado a los musulmanes y que hacía imposible la repoblación por falta de repobladores.
Reinando Alfonso XI el Justiciero, rey de Castilla y León, sufre una revuelta contra la que no puede resistir pasando a manos musulmanas; pero poco tiempo después el aún infante don Pedro, más tarde rey Pedro I, reconquista la plaza tras ponerle sitio.
La Corona lo concede al Concejo de Córdoba, como las fortalezas de Belalcázar y de Almodóvar del Río, bajo cuya tutela permanecerá hasta el año 1462 cuando fue donado a la Orden de Calatrava por parte del rey Enrique II el de las Mercedes a don Pedro Téllez Girón.
Siendo Bélmez permutado después, junto a Fuenteovejuna, por las poblaciones de Osuna y Cozalla.
En el año 1597 se le concedió el título de villa, añadiéndolo al título de Muy Leal y Noble.
En el año 1810 cae en manos de las tropas francesas quienes lo reconstruirán pues cumple con su antiguo objetivo: controlar el paso a Córdoba.
Los franceses lo reforman y acondicionan para la artillería.
Dos años más tarde (1812) en su retirada destruyen la fortaleza.
También en este siglo XIX se realizan extracciones de fosfatos del interior, hasta que interviniendo el gobernador militar de Córdoba se paraliza la explotación, en el año 1877.
En el año 1961 se realizan actuaciones restauradoras a cargo de la Dirección General de Bellas Artes dirigidas por don Félix Hernández Jiménez, arquitecto y arabista.
Presenta una planta de forma casi rectangular que se va adaptando al terreno topográficamente.
Se compone de un solo recinto en el que se intercalan entre los paños cubos macizos de planta semicircular y circular con el objetivo de reforzar las defensas y cubrir los ángulos muertos a pie de muralla.
Se puede seguir su línea salvo en la zona noroeste donde seguramente sólo tuviese tramos de lienzos sin más defensas pues lo escarpado del terreno hace innecesarias más construcciones defensivas.
El ingreso al interior se realiza por una puerta acodada ubicada en uno de los cubos y a la vera de una torre albarrana de la que aún quedan vestigios.
Una vez en el interior se puede observar el aljibe y la torre del Homenaje; pero está ciertamente destrozado por la utilidad que tuvo en el siglo XIX.
La torre del Homenaje domina en altura al resto de la fortificación presenta una planta pentagonal irregular con la proa adosada a los lienzos del recinto.
Se articula en dos plantas más una tercera que sería el terrado.
Estas dos plantas de estancias se cubren con bóvedas de ladrillo y están horadadas con muy pocos vanos salvo un gran ventanal.
Le antecede una barrera defensiva, a modo de camisa, compuesta por dos cubos de planta circular unidos por un paño.
La fábrica de esta fortaleza está realizada en mampostería, aunque se pueden observar trazas de sillería, por ejemplo, en los vértices de la torre del Homenaje.
En todo el conjunto se ha perdido el remate almenado que a buen seguro poseía.