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Real Fábrica de Paños
En Brihuega existe una tradición textil importante, que se inicia en los siglos XIII y XIV, como queda demostrado por los numerosos batanes que se localizan en sus inmediaciones.
En 1750 el rey Fernando VI funda la Real Fábrica de Paños de Brihuega, como sucursal de la Fábrica de Guadalajara.
La fábrica se construirá a lo largo de los primeros años de ese decenio, dentro del recinto amurallado de la ciudad y en el lugar que ocupaba la Ermita de Santa Lucía (en el extremo este del núcleo de Brihuega).
Constituye uno de los ejemplos de la arquitectura industrial del siglo XVIII en España.
Tuvo su esplendor de 1768 a 1790, durante el cual fue una de las instalaciones industriales más prestigiosas del país
Fue saqueada en la Guerra de la Independencia y usado su edificio como cuartel francés.
Funciona en 1814 y en 1840 pasa a manos privadas siguiendo la fabricación hasta la guerra Civil de 1936.
Los jardines se levantaron después de 1840 con un bello trazado geométrico formando una malla intrincada de estructura casi barroca.
Se trata de un edificio del siglo XVIII, con puerta barroca de 1810, que da acceso a un patio con capilla.
El zaguán da paso al cuerpo principal o rotonda, donde estaban instalados los ochenta y cuatro telares de paños.
La traza del edificio se debe al Arquitecto don Manuel de Villegas, con reformas posteriores de don Ventura Padierne.
La Fábrica se entiende como proyecto de una nueva ciudad; a lo que contribuye la concepción del edificio como una construcción a gran escala, con una forma geométricamente cerrada.
Destacan como parte intrínseca de la Fábrica sus jardines versallescos, con parterres y cipreses, adornados con farolas, miradores, cenadores y fuentes; dominando el conjunto de la ciudad los edificios destinados a la administración y residencia de los funcionarios que se ocupaban de su gestión, que ofrecen una maravillosa panorámica sobre el Río Tajuña.