Suele encontrarse siempre en solares abandonados, en bordes de caminos y en los alrededores de las casas de campo.
Sus hojas tienen nerviación palmada y contorno redondeado, con 5 o 7 lóbulos dentados a su vez.
Las flores de la malva muestran una bella e inconfundible simetría radiada pentámera. Constan de un cáliz de 5 sépalos rodeado de 3 brácteas (el calículo), y de una corola de 5 pétalos grandes, de hasta 3 cm de longitud, con el ápice escotado y espléndidos con su atractivo color rosa o púrpura –el color malva- más intenso en las nerviaciones. Los numerosos estambres están soldados en una columna central que rodea los estilos.
Sus frutos, que recuerdan una pequeña calabaza de alrededor de 1 cm de diámetro, son comestibles cuando están verdes.
La expresión “criar malvas”, aplicada a una persona muerta y enterrada, alude acertadamente al hecho que la malva crece en suelos muy nitrogenados.