En 1915 salto del motor de 4 cilindros al de 8 en V, que ya no dejaría nunca de fabricar, marcando así distancias frente a sus competidores.
Si bien el V8 no fue creación propia, si fue el primero que, gracias a su cuidado diseño y a la perfección de su ensamblado alcanzó la fiabilidad necesaria para montarlo con éxito, al servicio del automóvil.