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Historia de Jijona
Los primeros indicios de vida humana en el término municipal de Jijona se remontan a la Edad de Bronce (2000-1300 a. C.).
La época ibérica marca la culminación de la ocupación del territorio en la Edad Antigua, de la cual hemos de resaltar los grandes poblados de Santa Bárbara y de la Solaneta de Nuches.
En esta época el nombre actual de la ciudad empieza a tomar forma, ya que parece ser era conocida como "Uxonig" (Valle del hierro).
La época paleoandalusí se caracteriza por la existencia de un poblamiento rural disperso, asentado en altura y en las proximidades de una importante vía de comunicación entre los acuíferos de Alecua y Nutxes, del que sólo se han encontrado sus enterramientos, en los yacimientos de l`Altet, Mas dels Constantins y Cotelles.
El actual emplazamiento de la ciudad se remonta a la época almohade, entre finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, siendo el núcleo originario el castillo.
Se trata de una ciudad históricamente marcada por su condición fronteriza, ya que desde el Tratado de Almizra (1244) se la consideró plaza límite de la Corona de Aragón con la de Castilla.
Población árabe llamada Sexona, que presentaba un castillo almohade del que aún quedan las ruinas, fue conquistada a mediados del siglo XIII, y el 28 de abril de 1268 se le concedió el título de villa real y pasó a tener representantes en las Cortes del Reino de Valencia.
En 1337 participó en las Cortes de Valencia convocadas por Pedro IV, rey que se preocupó especialmente de fortificar su castillo en 1338, previendo una invasión musulmana que no se produjo.
En la guerra entre los dos Pedros, cayó en 1364 en manos de Pedro I el Cruel, rey de Castilla, para ser de nuevo reconquistada por Pedro IV el Ceremonioso, quien contó con la ayuda de gentes naturales de Penáguila, Alcoy y Cocentaina, pasando a formar parte de nuevo de la Corona de Aragón.
Durante el siglo XV, Jijona amplió su jurisdicción mediante la adquisición a sus señores feudales de los lugares de Ibi y Torremanzanas. Ibi permaneció bajo la jurisdicción de Jijona desde 1420 hasta 1629, mientras que Torremanzanas lo hizo desde 1472 a 1794.
Durante la Guerra de Sucesión, fue una villa marcadamente proborbónica, por lo que opuso una fuerte resistencia a las tropas del archiduque Carlos, que asediaron Jijona y obligaron a los habitantes a la rendición en el año 1706. Sin embargo, la población que consiguió huir a las montañas realizó una contraofensiva que terminó con la conquista de la plaza en el 1707. Gracias a su lealtad a Felipe V, éste le otorgó a Jijona los títulos de Ciudad y de leal y fidelísima en 1708 así como la concesión de añadir a sus Armas una "Flor de Lis". A partir de ese año fue capital del Corregimiento del mismo nombre, el cual comprendía a la ciudad de Jijona y las villas de Castalla, Biar, Tibi, Ibi, Onil y Elche y los lugares de Torremanzanas, Salinas y Benejama. El Corregimiento de Jijona fue suprimido definitivamente en 1833, con la división provincial.
Por su importancia histórica, el municipio fue dotado de una gran extensión municipal, por lo que Jijona conserva el 5º mayor término municipal de la provincia de Alicante.
De su municipio se segregaron durante el siglo XVIII el pueblo de Torremanzanas y el pequeño lugar de La Sarga, en el norte del término; este último volvió a unirse a Jijona unos años después.