La estructura es un nicho rematado en arco de medio punto y flanqueado por dos pilastras sobre las que se apoya un entablamiento. Éste a su vez, sostiene un friso y una cornisa que están cubiertos por un pequeño tejado.
Cruz de madera con un Cristo pintado sobre ella, cubierto por una faldilla de tela. Se dice que esa vieja costumbre de pintar la imagen del Señor en cruces de madera esta propiciada por la leyenda del Cristo de la Tarima, que hoy se venera en la Iglesia de la Merced (Convento de La Merced).
El crucificado representa al Cristo de la Amargura.