Presenta una estructura de sillería de gusto renacentista en cuyo centro se abre un nicho enmarcado en arco de medio punto en y pilastras que sostienen un friso y una cornisa para albergar la imagen del cristo crucificado (en la actualidad de escayola, sustituyendo a la antigua destruida en la guerra civil).
Acompañan a la imagen tres pequeños jarrones de porcelana y algunos ex-votos, así como un marco de madera con un impreso sobre concesión de indulgencias.
Se desconoce el origen de la hornacina, aunque se sabe que, durante los días 19, 20 y 21 de agosto de 1912, 1913 y 1914, se organizó una verbena en honor de la imagen constituyendo todo un acontecimiento en la ciudad.
La iniciativa de celebrar la verbena fue de la extinguida sociedad «El 4 x 6 24 =. 6 x 4» vulgarmente llamada “El Portalillo”.
El obispo de Jaén Juan Manuel Sanz de Sarabia, concedió indulgencias a los fieles que rezasen al Cristo.
En torno a este cristo existe una leyenda que cuenta que, en tiempos del Condestable Iranzo, había un grupo de judíos en la esquina donde hoy se sitúa la hornacina, a la espera de que se acercara la imagen de un crucificado en procesión para mofarse de ella y sabotearla. De pronto la imagen del Cristo se proyectó en la pared, ocasionando gran confusión entre este grupo, que, arrepentidos al contemplar el milagro se convirtieron en cristianos nuevos.