Es la única especie de su género, anteriormente se la consideraba perteneciente al género Elaphe.
Vive en la península Ibérica y las regiones mediterráneas de Francia. Fuera de estas zonas sólo se encuentran en Menorca.
Es una serpiente de cuerpo robusto y cola relativamente corta.
Tiene la cabeza pequeña y poco prominente y el morro agudo.
Alcanza una longitud media de 157 cm,2 siendo las hembras un poco mayores que los machos.
Su patrón de color varía con la edad; los ejemplares juveniles son de color gris, salpicado con motas negras, y con un diseño de manchas negras a lo largo de su espalda con forma de «H» que se asemeja a una escalera de mano, al que debe la especie su nombre común.
En cambio los adultos son de color pardo amarillento, también con algunas motas negras diseminadas, con dos líneas negras paralelas recorriendo longitudinalmente su espalda.
Sus pupilas son redondas y de color negro.
La culebra escalera no es venenosa.
Cuando son crías se pueden mostrar más violentas pero su mordedura es inofensiva.
La culebra de escalera es un cazador que se muestra activo principalmente en las horas diurnas y crepusculares. Aunque su periodo de máxima actividad es durante el día existen variaciones regionales y estacionales. Cuando las temperaturas son muy altas en verano desplaza su mayor actividad al amanecer, el atardecer y las primeras horas de la noche.
Se alimenta principalmente de pequeños mamíferos, con el tamaño de un gazapo como máximo, y también aves, a los cuales atrapa primero con su boca y después los estrangula con su cuerpo.
Es relativamente agresiva e intentará atacar a sus potenciales enemigos mordiéndolos, aunque no es venenosa.
Las serpientes jóvenes cuando se encuentran en peligro emiten un soplido de advertencia.
Algunos ejemplares pueden llegar a ser muy poco agresivos.
La culebra de escalera es principalmente terrestre, aunque puede trepar a los arbustos y por los riscos.
Cuando la radiación solar es alta o hay vientos fuertes suelen refugiarse bajo las rocas.
Por las noches se refugian en madrigueras subterráneas, frecuentemente huras abandonadas de roedores.
También se esconden en sus guaridas con la llegada de octubre o noviembre para iniciar un aletargamiento invernal, que puede durar cuatro o cinco meses.
La época de apareamiento se produce después del aletargamiento invernal, entre abril y mayo.
Los acoplamientos tienen lugar generalmente por la noche aunque no son extrañas las cópulas diurnas en el fin de la primavera.
Las hembras tras la siguiente muda pondrán de 5 a 25 huevos, que enterrarán y dejarán abandonados.
Las crías eclosionan a los dos o tres meses con una longitud entre 10 - 25 cm.
Al principio las crías se alimentarán principalmente de insectos como los saltamontes, y después de lagartijas.