En 1681 llegó una nueva epidemia de peste. Luchó contra ella el médico
Juan Bautista de Manzaneda. Se instaló el hospital tras la fuente de Don
Diego, en la Calle del Jurado Juan Izquierdo, actual Calle Josefa
Segovia. Finalizó la epidemia en agosto tras la procesión de Nuestro
Padre Jesús de los Descalzos desde el Convento de San Jose al Hospital,
por cuyo motivo se cerro y depositaron las llaves en sus manos (cuya
replica en plata aun conserva hoy en recuerdo). En 1693 todavía vivía el
Dr. Manzaneda en la Calle de Santa María que llevó su nombre en vida, y
aun durante el siglo XVIII. La Calle Manzaneda. Una travesía vecina
abajo, recibía el nombre de su colega, la Calle Freilas. Ésta conservó
su nombre, y aquella lo perdió paradójicamente por el de Calle de los
Muertos, hasta 1865 en que se acordó su variación. Freilas cambió por el
de Calle Santa Cristina, previsiblemente en memoria del nombre de
Cristina de Borbón, esposa de Fernando VII, y el de su nieto, el
Príncipe Alfonso, sirvió para dar el nombre actual de Calle Príncipe
Alfonso a la antigua Calle de Manzaneda.
Se le denominó Calle de los Muertos posiblemente por la existencia, en su trazado, de uno de los primitivos cementerios de la collación de Santa María o bien por la alta tasa de mortalidad de esta calle en una epidemia de peste.
El Ayuntamiento eliminó tan tétrica denominación en 1862 por la visita de la familia real, y se le impuso el nombre de Príncipe Alfonso, en homenaje al Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II.
Se encuentra enlosada con losas de piedra.
En su inicio hubo varias casas señoriales muchas de ellas con escudos de armas.