| Destrozo en la pared del aljibe | |
[Escucha este texto]- Código: 230380012, 230380089.
- N-323 Km 341.5. En dirección Granada. El yacimiento se localiza en un cerro aislado entre los términos municipales de La Guardia y Jaén, junto al kilómetro 341,5 de la Carretera Nacional 323, en la margen izquierda de la misma.
- Ubicada en la Aldea Jardines de la Juca.
- El Cerro de La Horca forma parte de una antigua planicie fluvial de la margen derecha del río Guadalbullón, excavada por el curso actual del río.
- El yacimiento se localiza en el entorno inmediato de la urbanización "Complejo Residencial Los Jardines de
- la Yuca".
- En 1987, se realizó en él una excavación de urgencia, ante la inminente construcción de dicha urbanización.
- Por mitad de la cumbre del cerro pasa el límite entre los términos municipales de La Guardia y Jaén.
- En el yacimiento pueden distinguirse claramente dos fases de ocupación, una de época prehistórica, concretamente de la 1a mitad del II Milenio a. de C., y otra adscribible al período íbero-romano (siglos I-II d. de C.)
- La ocupación prehistórica del Cerro de la Horca se circunscribe a la parte más alta del mismo. Los restos parecen asignables a un pequeño grupo humano perteneciente a las comunidades asentadas en el Piedemonte Subbético, en las que se observa un fuerte arraigo del trogloditismo neolítico, que a comienzos del II Milenio (siglo XIX a. de C., primeras fases de la Edad del Bronce) van a instalarse en los fértiles suelos próximos al Subbético, con clara vocación agrícola.
- La fundación de esta aldea parece paralela a la de Cazalilla y a la del Cortijo de la Torre, así como a la gran reordenación de los sistemas defensivos de Albalate (Fase VI).
- Su asentamiento en una zona de altura, alejada relativamente del Valle del Río Guadalbullón y enclavada en un potente Domo que permite la planificación de una estrategia de control visual y fácil defensa, puede ser reflejo del conflicto entre estos grupos y los de la Campiña, advirtiéndose por tanto una frontera natural, cuyo límite sería el Guadalbullón.
- La cultura material del asentamiento (hoces, azuelas de piedra pulimentada, molinos barquiformes, cerámicas a mano con decoración incisa, etc.) indican la orientación agrícola de estas comunidades, completada con una importante cabaña ganadera de ovicápridos, que se reitera a lo largo de las superposiciones de cuñas cenicientas de la materia orgánica de los alzados de paramentos de deleznables cabañas.
- A mediados del II Milenio a. de C. se aprecia en el Cerro de la Horca un profundo cambio en los esquemas constructivos: Por primera vez se usa la piedra, unida a la aparición de nuevas soluciones constructivas.
- Así, encontramos una sucesión de alineaciones de muros perpendiculares a las terrazas del Domo, con compartimentaciones interiores, respuestas constructivas y de espacios de habitación que perfilan la llegada de las ideas procedentes del Sureste, que conocemos como Argarización.
- Aunque, en este caso, sometidas a un fuerte tamiz aculturador de sus tradiciones materiales y culturales, como se desprende de la continuidad material y la ausencia de esquemas funerarios asociados al hábitat, constantes de estas Formaciones Sociales, en un momento donde la revitalización ocupacional del Guadalbullón parece advertir la existencia de una ruta a lo largo de su curso, abriéndose al mundo granadino, e incidiendo, además, con la crisis política, ocupacional y estratégica de las Campiñas, con la desmantelación de la Frontera.
- El asentamiento íbero-romano del Cerro de la Horca se encuentra en una cota inferior al anterior. Básicamente se trata de una Turris ibérica con perduración en época romana y de planta rectangular, con construcciones anexas. La forma y disposición de los muros, su técnica constructiva y la ubicación en un lugar de fácil defensa, son los factores que hacen pensar en un yacimiento estratégico.
- El interior se organiza en torno a un patio porticado, siguiendo el modelo clásico de la casa romana.
- El agua de lluvia caída sobre la parte cubierta sería conducida a un "impluvium", para que, una vez decantada, pasara a un aljibe de Opus signinum, mortero de cal y cerámica triturada que se usaba para la confección de paramentos impermeables, bien conservado, de 3,8 x 1,3 x 3,5 metros, acabando uno de los lados en semicírculo y revestido de mortero.
- Los materiales hallados (sigillata hispánica, cerámica ibérica pintada con motivos geométricos en rojo) proponen una cronología entre finales del siglo I y mediados del siglo II d.C., aunque algunos fragmentos anteriores (sigillata itálica) apuntan a que el lugar pudo ser enrasado en el siglo I para, sobre las estructuras preexistentes, construir las localizadas en la excavación.
- Los fragmentos de Terra Sigillata Hispanica pertenecen con toda seguridad al horno de producción de Los Villares de Andújar, fechables por tanto entre los años 60 y 80 d. C.
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