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Sebastián Martínez Domedel
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  • Natural y vecino de Jaén, según Antonio Palomino cuya información procede de Antonio García Reinoso, que fue discípulo del pintor.
  • Hijo de Bartolomé Díaz Domedel y María Domedel, la primera noticia documental es de 1636, año en que contrajo matrimonio con Catalina de Orozco. El matrimonio se avecindó en la Calle de los Mesones, domicilio que no mudará en el tiempo que vivió en Jaén. Los esposos tuvieron un hijo, Diego, que siguió la vida religiosa, y adoptaron una niña de siete años, natural de Bailén, Juana de la Peña, quien a la muerte de Catalina de Orozco (1655) se convirtió en compañera sentimental del pintor y madre de otros cinco hijos. Sólo tres de ellos sobrevivieron y fueron reconocidos por el padre, aunque el mayor, nacido durante una de sus ausencias de Jaén, había sido arrebatado a la madre por evitar el escándalo y expuesto a las puertas de una iglesia, siendo luego dado en adopción. Pocos días antes de morir en Madrid el 30 de octubre de 1667, víctima de paludismo, sin testar, avecindado en un mesón y sin medios, contrajo matrimonio por poderes con la citada Juana de la Peña, que había quedado en Jaén.
  • Nada se sabe de su formación, habiéndose supuesto que pudo tener lugar en Córdoba, donde se conservan algunas de sus obras, en el taller de Juan Luis Zambrano, supuesto discípulo de Pablo de Céspedes, o con Antonio del Castillo, lo que permitiría explicar su dedicación a los paisajes, atestiguada por Palomino, quien decía haber visto una Aurora de su mano. Pero también pudo tener lugar en la propia ciudad de Jaén, donde se documenta en 1600 a un Diego Domedel, quizá familiar, con oficio de pintor, y en cualquier caso es allí donde estableció su taller al menos desde la fecha de su boda, no tardando en alcanzar prestigio en la ciudad.
  • El primer viaje documentado del pintor, por encargo del cabildo catedralicio, es ya de 1661 y tuvo por motivo visitar las colecciones reales de El Escorial para copiar alguna pintura a elección del pintor con destino al retablo del Santo Rostro. Para Martínez fue la ocasión de entrar en contacto con clientes de la Corte. Quien le abrió las puertas de ella fue un pariente cercano, Francisco Domedel Ferreira, criado de Diego Gómez de Sandoval, duque de Lerma, que en 1662 le pagó por cinco cuadros no especificados. El mismo año regresó a Jaén con poderes de su pariente para realizar una encuesta genealógica a fin de determinar su origen noble.
  • En diciembre el cabildo le encargó el Martirio de San Sebastián de la catedral, su obra más admirable, «en lo historiado, caprichoso y bien observado de luz», según dice Palomino. Del cuadro, inspirado en un grabado de Guido Reni, se conserva un boceto en colección particular madrileña dado a conocer por Alfonso E. Pérez Sánchez, de composición más severa y equilibrada que la versión definitiva, en la que se acentúa el escorzo del santo y la iluminación cobra tintes dramáticos con su peculiar técnica de pincelada deshecha. Palomino dice, a propósito de ello, y haciéndose eco, al parecer, de unas palabras del rey Felipe IV, que su pintura era «de poca fuerza, y que era menester mirarla junto a los ojos, porque lo hacía todo muy anieblado; pero con un capricho peregrino».
  • Aunque Palomino afirma que Felipe IV le hizo su pintor, y refiere anécdotas de las visitas del monarca a su taller, no existe confirmación documental de tal nombramiento, sobre el que el propio Palomino parecía albergar dudas al añadir «pero yo extraño mucho no haber visto pintura alguna suya en ninguno de los sitios reales, que las conozco muy bien; sí que entre particulares».

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