Muralla de Jaén

A excepción de la muralla norte, en la que se ha documentado restos del lienzo de época emiral y algunas reestructuraciones de época califal, en ninguno de los tramos localizados en el conjunto histórico se documentan indicios de estas fases históricas.
En el siglo XII, con la llegada al poder de los almohades, el espacio urbano se amplía ocupando casi toda la ladera del cerro de Santa Catalina. Anteriormente apenas se habían producido modificaciones en la estructura de la ciudad, que seguirá ocupando prácticamente el mismo espacio que la ciudad romana; sus moradores reaprovechan la cerca romana reforzándola en algunos tramos puntuales.
La nueva muralla ampliará el espacio preexistente hacia el este, sur y suroeste abarcando la zona comprendida entre el arroyo de San Pedro y Los Escuderos.
Hacia el norte se situará unos metros por fuera de la muralla romana. La ampliación oeste englobará dos áreas: la primera se identifica con el espacio que ocupa el teatro Infanta Leonor; la segunda abarcaba la zona comprendida entre la mezquita omeya (Iglesia de la Magdalena) y la Puerta de Martos (Muralla. Puerta de Martos).
La fábrica de la muralla almohade es de de tapial, aunque en siglos posteriores se le dotará de un “encamisado” o forro de mampostería.
Ya en el siglo XV, el Condestable D. Miguel Lucas de Iranzo realiza algunas reformas en la fortificación y añadirá nuevas fosos y muros a los ya existentes. Así mismo, construirá un cerco, de menor entidad que el islámico, que englobará el arrabal de San Ildefonso (Barrio de San Ildefonso).
La importancia de Jaén en la antigüedad y en época califal sugiere la posible existencia de un primitivo cerco del han quedado pocos vestigios como los encontrados en los sótanos del Palacio del Capitán Quesada, El Conservatorio y posiblemente el Arco de San Lorenzo.
Es a partir del siglo XI cuando Jaén comienza a crecer reflejando el esplendor cultural y económico de Al-Andalus durante los Taifas, llevando los límites de la antigua madina desde el núcleo urbano situado en la zona de la Magdalena.
Estas hipotéticas murallas primitivas serían destruidas, para aprovechar sus materiales y espacios, al construirse la cerca definitiva, de más amplio perímetro, que vino a sustituirlas.
Jaén se sometió a los almorávides en 1091.
La ciudad fronteriza se convirtió en defensa del territorio y base de operaciones contra Castilla.
La muralla de Jaén sería construida entre 1091 y 1144, seguramente no antes de 1125, año en que los almorávides impusieron su impuesto o ta"tib para financiar un vasto programa fortificador.
Del mismo período datan, entre otros, los recintos murados de Marraquex, capital del imperio almorávide (1132), Sevilla, Ajarquía de Córdoba y Niebla.
Casi todas las cercas almorávides que he citado fueron luego remodeladas por los almohades.
Éstos las dotaron de torres albarranas, puertas en recodo y otros avances.
Una descripción del siglo XIII nos dice:

Jahen es villa real et de grant
pueblo et bien
enfortalesçida
et bien encastellada
de muy fuerte et de
muy tendida çerca
et bien asentada
et de muchas
et muy fuertes torres (...)
Et fue siempre villa de muy grant guerra et muy reçelada, et donde venie sienpre mucho danno a cristianos

Alfonso X el Sabio.

Primera Crónica General (XIII).

La nueva muralla de Jaén probaría su fortaleza por vez primera cuando Alfonso VII de Castilla intentó tomar la ciudad en 1151 y 1152.
En las dos ocasiones fracasó y hubo de levantar el cerco.
En 1162 estas murallas contuvieron el asedio de los almohades, que pugnaban por sustituir a sus hermanos almorávides en el dominio de al-Andalus.
Posteriormente, en 1225, 1230 y 1246 la ciudad sufrió otros tantos asedios por parte de Fernando III. Que fueron los que más destrozos hicieron en la muralla.
El rey de Castilla no intentó tomar la ciudad al asalto.
Juzgando sabiamente que el tributo de vidas humanas sería demasiado alto, prefirió rendirla por agotamiento y por hambre y así fue cómo la obtuvo finalmente.
Jaén volvería a conocer los avatares de la guerra atacada esta vez por los musulmanes de Granada, en 1295 y 1299.
Otro asalto de los nazaríes, en 1368, logró conquistar la ciudad casi por sorpresa, aunque el castillo resistió.
El asedio de 1407 fue también rechazado. Este sería el último por parte de los musulmanes.
A partir de entonces los muros de Jaén sólo tuvieron que protegerla con ocasión de disturbios y guerras civiles.
En 1445, atacada por el bando rebelde que apoyaba al príncipe don Enrique contra el rey.
En 1463 y 1465.
De esta época datarán algunos forros de mampuestos que se añaden a ciertas torres, redondeando las esquinas para resistir mejor los impactos de la rudimentaria artillería de pólvora de la época.
El Condestable Miguel Lucas de Iranzo también realizó reformas en las defensas, y creó una importante cava o foso entre el tramo de la Puerta de Martos y la de Baeza. A la vez que actúa sobre las torres, dándoles forma redondeada para resistir los ataques de la naciente artillería.
En el siglo XVII Rodrigo Méndez Silva en el capítulo IV de su Población general de España: ... Cércanla muros y torres ...
En el siglo XVIII Nicolás de Cruz y Bahamonde, Conde de Maule, que a su paso por Jaén anota: ... En un extremo se ven trozos de su antiguo muro y en la cima un castillo arruinado ...
En el siglo XIX Richard Ford encuentra el máximo atractivo de Jaén en que: ... Su posición es sumamente pintoresca por estar a la sombra de una colina coronada por un castillo: las largas líneas de las murallas y las torres moras ascienden penosamente por las laderas irregulares ... Jaén ha sido comparada con un dragón, un cancerbero vigilante ...
También en el siglo XIX Alejandro Dumas en sus Impresiones de Viaje anota: ... Jaén es una inmensa montaña leonada. El sol, mordiendola, le ha dado un tono bistre sobre el cual las viejas murallas árabes destacan sus líneas caprichosas. La ciudad africana, edificada en la cumbre, ha descendido poco a poco hasta el valle. Las calles empiezan en el primer contrapuerto y principian a escalar la cuesta desde que se atraviesa la Puerta de Bailén ...
Francisco de Paula Mellado en su Guía del viajero en España, de mitad del siglo XIX: ... Los moros construyeron las murallas que rodean esta ciudad, que tiene además un buen castillo y otras varias obras de defensa ejecutadas por los mismo, habiendo quedado muy deteriorados sus arrabales de resultas de los varios ataques que resistió antes de su entrega. ...
Por el Noroeste del cerro del Castillo baja la muralla desde los alcázares en su tramo mejor conservado.
Se trata de una robusta construcción cuyas ruinas muestran un núcleo de calicanto, que corresponde a la muralla original, almorávide, al que se han añadido dos revestimientos de refuerzo por dentro y por fuera, éstos de mampostería regular.
La muralla baja haciendo quiebros para facilitar tanto su propia estabilidad como el tiro lateral de sus defensas contra el atacante.
Deja un claro donde estuvo la Puerta de la Llana (Muralla. Puerta de la Llana), cuyos sillares fueron expoliados hace mucho tiempo para construir casas en Jaén.
Junto a esta puerta se emplazaba un formidable bastión pentagonal que ya anuncia las albarranas octogonales almohades y, más abajo, otra torre con aposento superior de construcción cristiana.
Cerca de la Lana, intramuros, afloran ls ruinas de lo que podría ser un fuerte cuadrangular o un palacio musulmán.
La muralla llega a donde estuvo la Puerta de Martos (Muralla. Puerta de Martos) demolida en 1865 y desde allí tuerce hacia el Sur.
En este tramo, embutidos en el caserío, se conservan dos torreones.
Sigue luego lindera con la carretera de Córdoba donde antes de torcer por Millan de Priego estaba la Puerta del Aceituno (Muralla. Puerta del Aceituno) conservandose un torreón circular (Muralla. Torreón cilíndrico de la Ctra. de Córdoba) y el Torreón D (Muralla de Jaén. Torreón D).
Sigue embutida en las casas por la Calle Millán de Priego, donde se abrían las Puertas del Sol (Muralla. Puerta del Sol).
Después hacía un quiebro casi en ángulo recto y llegaba a la Puerta de Baeza (Muralla. Puerta de Baeza).
Continuaba la muralla hasta llegar a la desaparecida Puerta de San Agustín (Muralla. Puerta de San Agustín) también conocida como Puerta de las Carnicerías, protegida con su gran Torreón de San Agustín (Muralla. Torreón de San Agustín).
Llega hasta la Plaza de los Jardinillos para proseguir por la Calle Ruiz Romero.
Ascendía luego por la Calle Eduardo Arroyo, hasta la Calle Murallas.
Luego por la Plaza Cervantes.
Seguía entre la Calle Álamos y la Calle Cerón, donde quedan restos todavía.
Seguía por la Calle La Parra y desde aquí descendía hasta la altura del Sagrario de la Catedral (Catedral. Sagrario) donde se abría la Puerta de Santa María (Muralla. Puerta de Santa María) cerca de la desembocadura de la Calle Campanas, rodeaba la Mezquita Mayor, hoy suplantada por la Catedral de Jaén, y llegaba hasta la Torre del Alcotón (Muralla. Torre del Alcotón) derribada por Andrés de Vandelvira.
El trayecto de muralla arrancaba de la Torre del Alcotón con dirección este, girando a continuación hacia el sur por la actual calle Manuel Jontoya hasta la Puerta de Noguera (Muralla. Puerta Noguera), que comunicaba el arrabal con el exterior, con el segundo anillo de murallas; después giraba hacia el oeste, donde se alzaba un torreón circular (Muralla. Torreón cilíndrico de la Calle Francisco Coello), y desde aquí ascendía por lo que hoy es la Calle Abades para llegar a las Casas Consistoriales flanqueando la Catedral de Jaén.
Hay que mencionar que aquí se abría un portillo a la altura de la Calle Portillo (Muralla. Portillo de la Catedral)
Seguía hasta enlazar con el solar donde se ubica el actual Ayuntamiento de Jaén donde se conserva escondido entre las edificaciones un torreón y un lienzo de muralla (Muralla de Jaén. Torreón y Lienzo del Ayuntamiento).
Desde aquí proseguía entre la Calle Carrera de Jesús y la Calle Obispo González.
En este tramo existieron varios torreones, conservándose, entre ellos, el que guarnecía la Puerta de San Sebastián, hoy Arco de los Dolores (Muralla. Torreón cilíndrico del Portillo de San Sebastián).
Siguiendo la Calle Carrera de Jesús se conserva también el Torreón cilíndrico de la Carrera de Jesús (Muralla. Torreón cilíndrico de la Carrera de Jesús)
Enfilaba el Paseo de Jesús donde se vuelven a aparecer restos, muy remodelados en época cristiana que enlazaban con el Torreón de Torralba (Muralla. Torreón del Conde de Torralba).
Desde aquí subía por la Calle Arco Puerta de Granada donde se abría la Puerta de Granada (Muralla. Puerta de Granada) demolida en 1845.
Desde la mencionada puerta, la muralla ascendía entre la calle Horno de la Puerta de Granada y los huertos del Convento de la Merced, donde aún se conservan parte de los lienzos y un par de torres, hasta alcanzar la actual carretera de circunvalación. Desde aquí se dirige hasta el Castillo salvando el acusado desnivel del terreno; este último tramo presenta cuatro torres y un postigo.
Debido a la expansión de la ciudad, y a una desafortunada política de demoliciones llevada a cabo principalmente en la segunda mitad del siglo XIX, desaparecieron muchas las murallas.
Las murallas tenían un primer circuito árabe, con las desaparecidas Puertas de Martos, del Aceituno, de Baeza, San Agustín, Santa María, y la Puerta de Granada. Ya después con los cristianos se abrieron el Portillo de San Sebastián (Arco de los Dolores), la Puerta del Sol, etc.
El segundo circuito de las murallas, ya cristiano, englobaba el arrabal de San Ildefonso (Barrio de San Ildefonso) partía probablemente de la Torre de San Agustín (Muralla. Torreón de San Agustín), en la Puerta de San Agustín (Muralla. Puerta de San Agustín), con dirección Este. Bajaría por las actuales Calle Correa Weglison, Calle Virgen de la Capilla y Avenida De Madrid, donde se encontraba la Puerta Barrera (Muralla. Puerta Barrera), principal entrada del barrio.
Desde ésta descendía por la Calle Peso de la Harina hasta el Portillo de San Jerónimo (Muralla. Portillo de San Jerónimo), situado al lado del Convento de Las Bernardas.
Al otro lado del convento se situaba La Puerta Nueva, conocida en la actualidad como Puerta del Ángel (Muralla. Puerta del Ángel), desde donde la muralla ascendía hacia la Catedral de Jaén, encontrando a su paso la Puerta o Arco Noguera (Muralla. Puerta Noguera).
Finalmente, la muralla ascendía en dirección Oeste, enlazando con la muralla del Arrabal de Las Monjas.
Una vez liquidada la amenaza de un ataque árabe, las murallas adquirieron una segunda misión, esta vez de carácter fiscal.
Las mercancías que entraban y salían a la ciudad tributaban en sus puertas y así, éstas adquirieron carácter monumental.
Del circuito aún quedan algunos restos en pie.
La falda occidental del monte también conserva otro lienzo, de considerable longitud, tal vez el mejor conservado.
Buena parte del perímetro permanece aún así oculto, entre el casería de la ciudad que ha ido creciendo adosándose a sus gruesos muros lo que en cierta manera la condena a desaparecer definitivamente si no se adopta al respecto medidas de protección específicas.
La muralla no circunscribía el perímetro de la ciudad. Por el contrario, ésta se extendía en arrabales a su alrededores y esto provocaba sucesivas ampliaciones del recinto.
El reciente descubrimiento de los yacimientos arqueológicos de Marroquíes Bajos, a unos cientos de metros del casco histórico y ya en terreno llano, han venido a controvertir radicalmente el concepto de la ciudad medieval que hasta hace muy poco se tenía.
El hecho de que su extensión doblara la de la ciudad medieval conocida, allá por el siglo X, da una idea de hasta qué punto la población se diseminaba en las cercanías del núcleo principal, dedicándose a distintas actividades entre las que destacaría la agricultura.
La muralla acogería así a aquellas clases sociales vinculadas al poder civil y religioso y a servicios tales como el comercio, los baños, etc.
Declarada Bien de Interés Cultural.
Código PIA 230500038.