Pinturas rupestres de la Cueva de los Herreros Grupo XI

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Ubicadas en la Cueva de los Herreros.
Se halla en el borde derecho del gran ábside y es el grupo más interesante de este abrigo.
Vándalos han expoliado y pintado con expray este grupo.
Se ha expoliado un antropomorfo con los brazos en asa que estaba a la izquierda del subgrupo principal
Y se ha pintado con expray de pintura naranja sobre el subgrupo principal.
En la parte superior, en color rojo carmín y junto a multitud de pequeños trazos de figuras casi perdidas, observamos una escena formada por una pareja de antropomorfos simples con la cabeza redondeada, junto a tres figuras zoomorfas, entre las que se distingue perfectamente un cérvido.
Los trazos gruesos horizontales pudieron pertenecer a otros zoomorfos o a otras figuras que se han perdido o que apenas llegaron a esbozarse.
En el centro de la composición hay un esteliforme.
El cérvido tiene una ejecución muy convencional, pues mientras su cuerpo, extremidades y rabo están diferenciados, la cabeza presenta la boca abierta y la cuerna se ha ejecutado con un eje vertical en el que se insertan, a uno y otro lado, los candiles.
Una buena parte de esta escena está hoy cubierta de pintura roja.
Hacia la izquierda de la escena descrita hubo un antropomorfo de aspecto similar a los anteriores, pero con los brazos en asa, que hoy está desaparecido.
Hay también unos restos de otro posible antropomorfo y otro zoomorfo, que probablemente sea un cánido.
A unos 45 cm debajo de las figuras anteriores, con el mismo colorido y técnica de ejecución, aparecen varias manchas informes y otros cuatro zoomorfos, que pudieran ser también representaciones de cánidos.
Poseen indicación de las extremidades, el rabo corto y erguido y, en algunas ocasiones, la cabeza con las orejas alargadas y la boca abierta.
A pesar de que la tipología y morfología de los motivos de este grupo tienen una filiación esquemática, la técnica de ejecución, el tamaño y la composición nos recuerdan igualmente al estilo levantino.
Pudiese tratarse de la representación de una montería como la conocemos hoy en día, se ahuyenta al ciervo con los cánidos para llevarlo hasta el cazador.