[Escucha este texto]- El hombre medieval tenía dos referentes para medir el tiempo: el Sol y las campanas de las iglesias
- Con el amanecer se daba inicio a la jornada, mientras que al anochecer significaba el fin de la actividad. Los horarios se veían condicionados por las diferentes estaciones del año. Las jornadas eran más largas en verano y más cortas en invierno.
- Tanto el mundo rural como el de las ciudades, las campanas de las iglesias ejercían un papel primordial, ya que marcaban el paso de las horas. En estas sociedades se adecuó la forma de contar el tiempo a las oraciones de los eclesiásticos. Así, las horas canónicas dividían las veinticuatro horas del día. Cada tres horas las campanas de los templos anunciaban el correspondiente rezo: a medianoche maitines, a las tres laudes, a las seis prima, a las nueve tercia, a mediodía sexta, a las tres nona, a las seis vísperas, y a las nueve completas.
- A lo largo de los siglos XIV y XV, se aprecia un gran cambio. La aparición de los relojes introdujo un carácter laico para marcar los horarios. El empleo de ellos en las ciudades será fundamental para el desarrollo de las diversas tareas, por lo que resultó tremendamente importante la difusión de los relojes a través de pesas y de campanas que se instalaron en las torres de los ayuntamientos.
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