¡Detente aquí, viajero! En estas peñas
nace el que es y será rey de los ríos,
entre pinos gigantes y bravíos,
que arrullan su nacer y ásperas breñas.
El reflejo otro tiempo las enseñas,
las armas, los corceles y atavíos
de razas imperiosas, cuyos bríos
postráronse en sus márgenes risueñas
ensancha entre olivos y trigales,
y al mar corre a rendirle sus cristales.
Mas coma lleva sal de Andalucía,
sus aguas vuelve a las del mar iguales,
para llegar más lejos todavía...
Y así van sus caudales,
triunfantes en el seno de las olas,
a las playas de América españolas.