[Escucha este texto]- Escultura ibera de un toro en roca caliza blanquecina con un peso de 500 kg. del siglo VI - IV a.C. Tiene 53 cm de altura por 142 cm de largo.
- Se encuentra en el Museo Arqueológico de Granada.
- La escultura fue hallada en Arjona en la década de los 20 del siglo XX, de forma casual en la finca del donante, Ramón Contreras Pérez de Herrastí y depositada en el Museo Arqueológico y Etnológico de Granada en el año 1943.
- Fue restaurado por Manuel Sánchez Cruz, cantero y restaurador de la Alhambra en 1973. Probablemente esta escultura pertenecía a un monumento funerario turriforme.
- La figura del toro ha sido empleada en distintos ámbitos y manifestaciones diversas, lo cual nos indica que su significado engloba facetas hoy difíciles de delimitar.
- Se trata de una escultura exenta de un toro en pie con la cabeza mirando al frente. La boca está indicada por un surco de sección semicircular. El morro, prominente, presenta unos grandes orificios nasales redondeados, muy perdido el izquierdo. Un vértice recorre el tabique nasal, abriéndose en dos al llegar a la frente. Los ojos son ovalados, con pupila diferenciada, prominente y perfectamente circular.
- De los párpados superiores y lacrimal surgen dos vértices que se unen junto a las arrugas del morro. Tres rebordes aplanados recorren cada lado de la frente, dispuestos a partir de su zona central. Los cuernos eran postizos, quedan restos de los orificios en los que se insertaban con plomo. Las orejas parecen que eran de piedra, pero se han perdido. La tectuz está cubierta por mechones curvos terminados en rizo. Todo el cuerpo está cubierto por arrugas gruesas paralelas y onduladas. El vientre y el costillar son redondeados, difereciándose bien los estrechamientos de la cintura escapular. La cola está rota, pero al menos en su inicio corría entre las nalgas. Los genitales quedaban señalados entre las nalgas.
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