[Escucha este texto]- Se trata de un gran espacio de unas 2.000 hectáreas, la mayoría de ellas de propiedad municipal.
- Son los últimos reductos de los grandes baldíos que el municipio tuvo hasta 1855.
- Este es un paisaje de una abrupta belleza, tal vez las últimas tierras “vírgenes” del término municipal, en las que predomina el monte bajo, poblado de jaras, brezos, madroños o lentisco, que se extiende por parajes como La Balsita, Las Meras o el Cabezo del Membrillo, salpicados de repoblaciones de pinos y eucaliptos, así como repoblaciones encinas y alcornoques.
- Algunos tramos de estos parajes conservan restos de bosques de galería que dan cobijo a la fauna que los utiliza como lugares de cría y alimentación. Entre esos arroyos destacan el de La Casca y El Pajarrón.
- Entre la rica fauna destaca la perdiz, el zorro, el conejo, el gato montés, la gineta, el águila imperial, el ciervo o el jabalí.
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